Durante el período Edo, Japón presumía de tener uno de los niveles educativos más altos del mundo, gracias a sus escuelas privadas conocidas como terakoya.
Los maestros, tanto hombres como mujeres, educaban a los niños en lectura y escritura, así como en aritmética con el ábaco soroban. La educación a menudo era inividualizada y diseñada de acuerdo con los deseos de los padres según el posible futuro profesional del alumno. Había miles de terakoya en ciudades y aldeas, a las que acudían también niños de familias menos acomodadas. En aquel tiempo, Japón publicó miles de libros a los que podía acceder toda su población. El entusiasmo japonés por la lectura creció tanto que en el siglo XVII surgieron numerosas editoriales que gestionaban el proceso completo, desde la creación de los libros hasta su venta en las librerías especializadas que regentaban. Algunas de ellas vendían exclusivamente literatura especializada, a menudo con contenido religioso, mientras que otras ofrecían libros y grabados variados para el público en general.
El florecimiento de la industria editorial se debió no solo a los elevados índices de alfabetización, sino también a la difusión de una técnica xilográfica rentable. Esta técnica facilitó la producción de libros y la creación de impresiones que con el tiempo llevarían al prestigio mundial del arte japonés.
Una innovación clave de esta época fue el establecimiento del mercado de alquiler de libros. El concepto era simple: los distribuidores visitaban los hogares y presentaban su selección de libros. Después de elegir, los clientes acordaban una fecha de devolución y pagaban una tarifa de alquiler. De este modo, también podían disfrutar de los libros quienes no podían permitirse comprarlos. El alquiler, al ser más asequible que la compra, ganó gran popularidad entre el públicogeneral, lo que impulsó la difusión de la literatura y aumentó la disponibilidad de libros.
En estos libros la lectura era de derecha a izquierda y de arriba a abajo, similar a la del manga moderno. Y se utilizaban marcadores especiales, como círculos, triángulos y rombos, que indicaban al lector dónde terminaba un texto y comenzaba otro; algo muy parecido a los globos de texto en el manga.