Esta sala está dedicada al arte que muchos reconocen como clásico japonés, especialmente los grabados y el Hokusai manga, elementos clave de la identidad cultural de Japón. Lo que vemos aquí se relaciona con un momento específico en la historia de Japón: el período Edo, que abarca del siglo XVII al XIX.
El término «Edo» hace referencia a dos cosas: Edo era el antiguo nombre de la ciudad que ahora llamamos Tokio. Y, por otro lado, el periodo Edo es también la época del shogunato Tokugawa en Japón.
Antes de que los Tokugawa tomaran el poder, Japón sufría constantes y brutales conflictos. Pero a partir del siglo XVII, Japón vivió un período relativamente pacífico de más de 250 años.
Si echamos un vistazo a la historia de la humanidad desde el siglo XVII hasta el XIX, es difícil encontrar una nación que no estuviese en guerra en algún momento. Esos conflictos bélicos debilitaron a los países a nivel mundial. Japón logró mantenerse al margen de esas turbulencias, pero la que lograron preservar los Tokugawa salió cara. Aislaron a Japón del mundo exterior, permitiendo solo un comercio limitado con los holandeses en una pequeña isla cerca de Nagasaki.
Hacia el siglo XVIII, Edo (ahora Tokio) había crecido hasta alcanzar una población de un millón de habitantes –más que París o Londres en esa época–. Las grandes ciudades y las densas poblaciones urbanas tuvieron sus altibajos. Pero a nosotros lo que nos interesa es el desarrollo del arte, un arte que evolucionó dentro de esa especie de aislamiento.
El arte de Japón es muy diferente al arte occidental. La forma en que se retrata a las personas puede parecernos exagerada o extraña, con una gran teatralización de los rostros de los actores o personajes representados, caras dramatizadas de actores o personajes japoneses anatómicamente inverosímiles. El arte japonés ha evolucionado de una manera única. Puede ser revelador contemplar los objetos de esta sala, particularmente para quien no esté familiarizado con los grabados japoneses, ya que presentan un lenguaje visual completamente diferente.
Así, el arte del período Edo fue esencial para la historia de la cultura japonesa. Las altas tasas de alfabetización propiciaron una auténtica oleada de impresión de libros, lo que sentó las bases para el posterior auge del manga como segmento relevante de la extensa industria editorial japonesa.